El clima es cambiante, lo sabemos, pero estos días nos lo han dejado en evidencia. A ratos lluvia, a ratos sol y humedad constante que entra en contacto con nuestros pies, esas extremidades que nos cargan y transportan durante todo el año y que sufren al verse expuestos a ciertas condiciones.
Tanto en invierno como en verano, debemos velar porque la piel de nuestros pies no genere tanta humedad, ya que podríamos crear el ambiente propicio para hongos. Por esta razón debemos velar porque nuestro calzado sea de calidad: idealmente de cuero o materiales sintéticos de alta calidad para mantener los pies frescos.
Sabemos que la compra de este calzado será una inversión, por lo que recomendamos fijarse en lo siguiente:
Colores neutros y versátiles, como el negro, gris o blanco, para que combinen con variedad de atuendos.
Diseño multifuncional, que sirva tanto en situaciones casuales como formales.
Plantilla acolchada, para garantizar comodidad durante todo el día.
Idealmente debemos contar con al menos 2 pares de zapatos para intercalar su uso y permitir que se ventilen y sequen si fueron usados en días de lluvia. Además, debemos velar por mantenerlos limpios y guardarlos de forma adecuada para prolongar su vida útil (no apilados).
La suela debe ser antideslizante, especialmente durante el invierno. Este consejo aplica especialmente en niños y adulto mayor.
Finalmente, recordar que la moda no debe incomodar, y que ante cualquier malestar es necesario acudir a los profesionales de salud para recibir la orientación sobre el cuidado de los mejores amigos: los pies.
Por Mónica Gutiérrez
Jefa de carrera Técnico en Podología Clínica Santo Tomás de Puente Alto